NOS ENCONTRAMOS CON NUESTRA AMIGA MIREIA y pedaleamos sobre los puentes de Brooklyn y Manhattan en una experiencia inolvidable
Amanecimos en nuestro aeropuerto al borde del Atlántico y tras un buen desayuno y unas cuantas paradas de autobús y metro nos plantamos en medio del barrio de Tribeca. Habíamos quedado al lado del City Hall con Mireia, una amiga barcelonesa que vive desde hace más de quince años en Nueva York. Mireia y Joe, su pareja, viven en pleno Lower Manhattan, con su hija Simone, un par de años mayor que Nahuel.
Anduvimos los seis juntos por Tribeca, los mayores caminando y los pequeños compartiendo un monopatín. Visitamos la impresionante construcción del Westfield World Trade Center, diseñado por el español Calatrava —y que de momento y que sepamos todavía sigue en pie. También vimos la Zona Cero, el lugar donde se alzaron en su día las torres gemelas del World Trade Center y que ahora alberga el 9/11 Memorial. En los huecos que ocupaban las torres, dos enormes piscinas cuadradas y reflectantes dejan caer sus aguas hasta que se pierden en la profundidad, transmitiendo una continua ausencia en memoria de las miles de personas que perdieron su vida en los atentados de 2001.
Almorzamos tranquilamente en un parque infantil mientras jugaban los niños. Nos llamó la atención la seguridad del parque: vallado, con una única entrada y con cámaras de seguridad. Al ser una de las zonas más caras del mundo —ubicada al lado del distrito financiero de New York— los impuestos y los alquileres son elevadísimos, pero también lo son los servicios con los que cuentan los habitantes de Lower Manhattan. Tras tomar un rico café y unos dulces les acompañamos de vuelta hasta su casa y nos despedimos de Mireia y su familia. No solo nos llevamos el recuerdo del reencuentro, sino también unos juguetes para Nahuel y entradas para visitar el MOMA. ¡Muchas gracias, Mire!
Por la tarde alquilamos unas bicicletas al pie del puente de Brooklyn. Lo que parecía un simple paseo se convirtió en lo más emocionante de nuestra visita a Nueva York. Primero dimos una vuelta de reconocimiento al perímetro sur de Manhattan, parando en el Battery Park para ver —de lejos, muy de lejos— la Estatua de la Libertad y Ellis Island. Cuando comprobamos que Nahuel se defendía bien a los mandos de su bicicleta y no había demasiado peligro, enfilamos hacia el puente de Brooklyn.
Esquivando turistas despistados y abriéndonos paso a base de timbrazos, conseguimos llegar pedaleando hasta lo más alto del puente, desde donde se contemplan Manhattan y Brooklyn desde una perspectiva privilegiada.
El regreso a Manhattan lo hicimos, como es de esperar, por el puente de Manhattan. Este enorme amasijo de hierro también sirve de paso a los trenes, así que estuvimos pedaleando con el ensordecedor ruido del metro pasando a escasos metros de nuestros manillares. Ltlegamos a la cima del puente con la lengua fuera, pero se nos olvidó el cansancio contemplando el atardecer sobre los rascacielos de Nueva York. Una vez tocamos tierra, atravesamos Chinatown y llegamos justo a tiempo para devolver las bicicletas. Sin duda una experiencia súper recomendable.
- Brooklyn Bridge
- Manhattan Bridge
Muertos de hambre decidimos caminar hasta Chinatown, dónde los olores de los restaurantes chinos nos habían abierto más si cabe el apetito. Cenamos en un restaurante donde, aparte de servir comida china y cerveza del tiempo en lata, lo más típico era pegar un billete de dólar firmado en la pared. Nahuel hizo lo propio, dedicándoselo al primo Eneko, que celebraba ese día su cumpleaños.
Y así, con la tripa llena y agotados después de un día memorable regresamos a nuestro aeropuerto abandonado en los confines de Brooklyn. Al día siguiente nos esperaba una aventura no menos emocionante: probar suerte para dormir con nuestra autocaravana en plena ciudad de Nueva York.
Nombre del post: «Recorremos el sur de Manhattan y pedaleamos sobre el East River hasta Brooklyn»
Pernoctas: Floyd Bennet Campground (mapa)
Canción del día: First We Take Manhattan – Leonard Cohen
22. Acampamos con nuestra autocaravana en Nueva York y pasamos unos días con Paola Aranci >>
<< 20. Nos encontramos con Eva, Alberto y Andrea en Manhattan
Vaya paseo tan bonito, y vaya ciclista de pro! Deseando seguir viendo a dónde os lleva la caracola. Un abrazo familia bonita.
¡¡Muchas gracias, Raquel!!
Un abrazo también para ti.